
"poner el cuerno"
nació de una leyenda de Andrónico , emperador de Bizancio. Se dice que Andrónico acostumbraba tener relaciones sexuales con las esposas de los altos funcionarios de su corte. Una vez prestados los "servicios", la sacrificada esposa recibía regalos con motivos de cacería (una actividad de alto prestigio en aquellos tiempos).
Los maridos engañados colgaban en el frente de su casa los cuernos obsequiados por el emperador para hacer alarde de la "distinción" que se les había conferido. Cuando se conoció el verdadero origen de los cuernos, dejaron de ser razón de orgullo y se convirtieron en una de las más crueles ofensas para los maridos engañados.
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